Algunas de las medidas de choque que se están poniendo en marcha en las ciudades para recuperar el equilibrio urbano y los espacios verdes son las “soluciones basadas en la naturaleza”, (NBS, en sus siglas en inglés: Nature-Based Solutions). A veces, se trata de recuperar espacios con parques o arbolado, y otras veces, se imponen diseños más innovadores como los jardines verticales, las “techos” verdes de cubiertas en edificios públicos y privados, o los sistemas de drenaje especial del agua de lluvia.
Se puede dar un paso más en este ámbito de la “renaturalización” de las ciudades y poner el foco en las zonas industriales. Y éste es precisamente el objetivo de INDNATUR, un proyecto europeo INTERREG de cooperación transfronteriza entre España y Portugal. Liderado por la Universidad de Valladolid, el Ayuntamiento de Valladolid participa en el proyecto junto con el Ayuntamiento y el Instituto Politécnico de Braganza, la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León, la Diputación de Ávila y la AEICE (Agrupación Empresarial Innovadora de Construcción Eficiente).
Se intervendrá en dos polígonos industriales, el polígono de Argales de Valladolid y el de Cantarias, de Braganza. El proyecto arquitectónico y de remodelación sostenible será el punto de partida para abordar otras zonas industriales rurales de la provincia de Ávila. Además, se diseñarán sistemas de drenaje tanto en espacios y edificios públicos como privados, tras definir un corredor “verde y azul” que integre los elementos naturales con la gestión del agua de lluvia.
Y todo ello con el fin de reforzar la cooperación en desarrollo sostenible entre Castilla y León y el Norte de Portugal. Se trata de sumar experiencias y conocimiento para mejorar la calidad del aire y mitigar el efecto de la "isla de calor", además de fomentar el compromiso de las empresas con la necesidad de construir entornos más equilibrados.
Los polígonos suelen ser poco atractivos para el desarrollo urbanístico. Muchos se construyeron con criterios que hoy en día han quedado obsoletos, de ahí que este tipo de medidas sean clave para estas zonas que generan más emisiones de gases contaminantes y, sin embargo, tienen menos recursos para combatirlos.
Por otra parte, los polígonos industriales no están preparados para el desarrollo de una movilidad sostenible; no hay carriles bici y el espacio destinado a peatones es exiguo. Todos estos factores se tendrán en cuenta en los dos proyectos piloto que se desarrollarán en Valladolid y Braganza, ya que se busca que las acciones tengan también un impacto económico y social.
La actuación se realizará en una de las vías principales del polígono; se plantarán árboles, se instalarán medianas verdes, pavimentos drenantes, un jardín de lluvia y un estanque de retención.
Así mismo, se espera que se puedan realizar intervenciones en los espacios privados como cubiertas ajardinadas, fachadas con jardín vertical, ajardinamiento de patios sin uso, etc., pero estas intervenciones requerirían una financiación complementaria.
Por otra parte, se realizará una recogida de datos antes y después de la intervención para comprobar la efectividad de las medidas adoptadas, como los índices de la calidad del aire (PM2.5, NOx, O3, CO), la humedad y temperatura, la biodiversidad y la percepción del ciudadano ante los resultados.
Además de participar en este proyecto, que acaba de arrancar este mes de junio y finalizará en diciembre de 2021, Valladolid es ciudad demostradora en Urban GreenUp, un proyecto de Horizonte 2020 de la Unión Europea. El objetivo es precisamente desarrollar una metodología para que se desarrollen planes de “renaturalización” en las ciudades.