La tecnología, la innovación y el respeto por el medio ambiente se han posicionado en los últimos años como puntas de un tridente que se erige con fuerza en el centro de las políticas comunitarias. Conscientes de las consecuencias del cambio climático sobre la calidad de vida y de salud de los ciudadanos nadie quiere quedarse atrás en la incorporación de medidas que solventen este problema. Valladolid, es desde hace tiempo, ejemplo de compromiso y buen hacer en el área de la economía verde y circular. Elegida ciudad demostradora de España junto a la inglesa Liverpool y la turca Esmirna, en los últimos años está desarrollando múltiples iniciativas en el marco del proyecto europeo URBAN GreenUP, entre otros programas europeos.
Este proyecto, financiado por el programa Horizonte 2020 de la Unión Europea, tiene por objetivo el desarrollo, aplicación y replicabilidad de Planes de Renaturalización Urbana para mitigar los efectos del cambio climático, mejorar la calidad del aire y la gestión del agua, así como aumentar la sostenibilidad de las ciudades a través de soluciones innovadoras basadas en la naturaleza. Precisamente, las dos últimas intervenciones realizadas en la ciudad se presentan al amparo de estos objetivos, por un lado la instalación del jardín biofiltro urbano en la zona de aparcamiento de la plaza de Portugalete y por otro, la instalación de una barrera acústica vegetal. Esta última infraestructura verde singular estará en funcionamiento el próximo mes de marzo.
Instalada en el Paseo del Hospital Militar, en la mediana situada entre el Paseo Zorrilla y el cruce con el Paseo Arco de Ladrillo, «una barrera acústica con un acabado en madera y cubierto de vegetación y además en la propia ciudad es una infraestructura muy singular» destaca el responsable de proyecto, Jordi Serramia, de Singular Green SL. Para que la obra esté completa, falta la incorporación de la vegetación; serán 285 metros cuadrados de jardín que se extenderán sobre una superficie de ochenta metros de larga por tres metros de altura. Además, los árboles temporalmente retirados de la mediana volverán a ser replantados en el mismo lugar, para respetar y mantener el aspecto de la calle antes de la intervención.
El ruido del tráfico
La contaminación acústica es un problema cada vez mayor en toda Europa y buena parte de la población todavía no es consciente de cómo afecta a su salud. Así que actuaciones pioneras como es el caso de esta barrera acústica vegetal supondrá no solo la minimización de la contaminación acústica sino también la medioambiental. La elección de madera y vegetal no ha sido al azar, como aclaran desde Singular Green SL, «No es común este tipo de barreras. El motivo de lo vegetal es que dentro del proyecto URBAN GreenUP se crea un recorrido a lo largo de la ciudad en el que se aporta vegetación. La barrera está diseñada para evitar que el ruido pase, que sea absorbido y que no rebote hacia el Hospital o las viviendas». Por su parte, Alicia Villazán destaca el carácter pionero e innovador de esta intervención. «Ha sido todo un reto introducir soluciones naturales en la ciudad con la dificultad de intervenir en el entorno urbano». Hasta el momento, las implementación de barreras acústicas se ha llevado a cabo en autovias o lugares fuera del núcleo urbano.
Esta infraestructura verde singular está estratégicamente ubicada en un punto urbano con alta densidad de tráfico donde se registran, según el mapa de ruido de Valladolid de 2018, niveles de ruido por encima de los 75 decibelios Lden (son las siglas en ingles de nivel de ruido durante el día, tarde y noche). «Se estudiaron varios emplazamientos, entre ellos, la zona de más arriba sobre el propio Arco de Ladrillo pero iba a tener un impacto de barrera demasiado alto respecto a las viviendas, que se encuentran muy próximas a la calzada», apunta la técnica de la Agencia de Innovación y Desarrollo del Ayuntamiento de Valladolid, Alicia Villazán que además argumenta la dificultad de actuar en una arteria tan transitada con los consiguientes cortes de tráfico para poder implantar la barrera acústica vegetal.
De momento, los trabajos avanzan a buen ritmo y previsiblemente en marzo estará ya en funcionamiento. Para comprobar su efectividad, CARTIF se encarga de recoger los datos previos a su instalación y continuará con un monitoreo de un año. Entre los principales beneficios de las barreras acústicas caben destacar la reducción de la contaminación acústica, la posibilidad de disfrutar de una rebaja del ruido que se traduce en una mejora de la calidad de vida en las ciudades ciudades, así como los beneficios ambientales asociados a la vegetación, como la mejora de la calidad del aire o el aumento de la biodiversidad. Tras la adjudicación de la obra, la concejala de Innovación, Charo Chávez, destacó que « Valladolid se consolida como una ciudad comprometida en la lucha contra el cambio climático»