El modelo circular exige un cambio de mentalidad y de cultura
Beatriz Quintana, empresaria CREA, asesora a empresas y familias en el nuevo sistema económico de economía sostenible

 

Un viaje con una beca de estudios a Indonesia y a Australia cambió radicalmente la vida de Beatriz Quintana. Conocer de primera mano ciudades de extremos como Yakarta, en la isla de Java, en la que la economía lineal campa a sus anchas y la polución o los residuos ingentes impregnan la vida de casi de 30 millones de personas le marcó. El siguiente impacto vino de Melbourne; de allí trajo grabada una imagen del hiperconsumismo, la 'hard rubbish' (basura dura): todo lo que deja la gente delante de sus casas una vez al año y en buenas condiciones para acabar, en ocasiones, en los vertederos. Al volver a Valladolid, esta estudiante de Bellas Artes, de 31 años, tenía una idea clarísima: «Quiero que esto cambie y formar parte del cambio».

–Vuelve entonces a Valladolid en 2018 y ¿qué hace?

Tenía claro que quería hacer algo nuevo y contribuir al cambio. Innovar. A los diez días de volver fui a informarme a la Agencia de Innovación del Ayuntamiento de Valladolid; en ese momento se estaba poniendo en marcha el primer programa de subvenciones de Economía Circular. Yo ni siquiera conocía este concepto. Investigué y me encantó. Allí, formamos equipo y, a través de la Federación de Vecinos Antonio Machado, presentamos dos proyectos que están saliendo adelante: Cultura Circular, que es el alma mater de mi empresa, y Hogar Circular.

–Cultura Circular… ¿Un nuevo modo de entender el mundo?

Sí. Por mi formación tengo una concepción humanista del mundo; creo que hemos perdido esa visión integral del ser humano y la naturaleza. Me interesa mucho el cambio desde el punto de vista cultural más que técnico. Este cambio de modelo exige un cambio de mentalidad; es la parte más intangible pero es ahora lo más importante. 

–¿Y cómo lo aborda?

Propongo a las empresas asesoramiento muy personalizado para una nueva estrategia y un nuevo enfoque del negocio. Lo más importante es que las personas se identifiquen con lo que yo transmito, con lo que les cuento. Porque todos tenemos la sabiduría dentro y lo que sucede en la naturaleza y nuestro entorno también sucede en el ser humano. 

–¿Hay algún ingrediente esencial que desencadena este nuevo enfoque?

Quizá, olvidar el factor económico como objetivo prioritario y en primer plano. En el modelo lineal el rendimiento tiene que ser inmediato. Ahora se trata de buscar la oportunidad en la dificultad. Primero tratar de aportar valor, mirar más a largo plazo y empezar con pequeños cambios.

–Hábleme de una empresa que esté afrontando este giro.

Ahora estamos trabajando con una empresa que gestiona comedores escolares. El primer paso fundamental es que crean en el cambio, especialmente el equipo directivo. Si no, no es posible. Lo demás va viniendo solo con una metodología específica que se aplica por ámbitos: gestión de residuos, medidas de compostaje, reducción de envases de plástico de un solo uso, introducción de más proveedores ecológicos y de cercanía…

–¿Hay interés en todo esto o hay aún muchas resistencias?

Sí, hay interés, pero también desconfianza, miedo y cierta incredulidad. Quizá esas resistencias vayan venciéndose a medida que la necesidad de cambio sea evidente en unos años.

–Quizá sea miedo a no llegar a final de mes… Y más en esta crisis que estamos viviendo ¿Cómo lo ve?

Creo que, por desgracia, tenemos muy poca formación financiera para entender bien lo que es el dinero. Creo que la economía no es dinero. El dinero es una consecuencia. La economía se basa en relaciones y en aportar valor. Con ese enfoque es mucho más fácil emprender y generar ingresos…. Vivir desde el miedo nos impide avanzar. Cuando hablan de la normalidad. ¿Qué es la normalidad en un mundo cambiante?

–En este sentido ¿le aportó algo el programa CREA para elaborar un plan de empresa?

Una visión de águila y entender todas las patas que necesita un negocio, que son igual de importantes. Si te centras en el producto y no haces caso al marketing o a las finanzas, se puede derrumbar. Es un curso de iniciación básica, pero me vino muy bien para entender la complejidad de un negocio. El apoyo del tutor fue lo más importante porque me ayudó a creer en mi proyecto… Y la ayuda económica es clave sobre todo para un proyecto de baja inversión como el mío.

–¿Y cómo se siente una graduada en Bellas Artes en la piel de una empresaria? Parece que hay mucha pasión en esta aventura.

Para mí esto ha sido un choque con muchas creencias muy limitantes en torno al dinero, lo veía como algo 'maligno'. Ahora me doy cuenta de que desde el mundo de la empresa se puede aportar muchísimo. Aspiro a ayudar a las personas y a las empresas a que puedan generar ingresos y aporten valor.

–Con la crisis del Covid, ¿han parado los proyectos?

En junio publico un libro, 'Vida Circular', que redefine conceptos básicos como el trabajo, por ejemplo, según la visión que yo tengo de la economía circular; rompe con ideas que nos limitan mucho. Hago muchas preguntas, si no te cuestionas en serio muchas cosas no surge el cambio.

–Y ¿el negocio?

Empecé muy bien el año y ahora, con este parón, he puesto en marcha el proyecto 'Hogar Circular' para ayudar a las familias a generar sistemas circulares dentro del hogar. Es un método de un mes muy práctico; acabamos de terminar la primera edición con siete familias y empezamos la próxima en breve. Hemos trabajado la cocina, el baño, el dormitorio… Se trabaja la organización y especialmente el tema de los residuos, de dónde vienen las cosas. Se cuestiona mucho el modelo de compra y la cantidad de residuos que generamos para empezar a hacer cambios.

–¿Estamos a tiempo de ser circulares al menos en casa?

Muchas veces no cambiamos porque no hemos pensado en ello realmente. Los productos que usamos en el baño, en la limpieza, el tema de la ropa, la segunda industria que más residuo genera, la electrónica, etc. Todo lo que tenemos en casa de más son recursos que quitamos a la tierra, no les damos una segunda vida. No se trata de tirar cosas para quitar lastre, sino de que pueda servir para otra persona u otro fin. Es clave para entender el sistema. Imagina que los productos tuvieran vida y te contasen su historia, de dónde vienen o como han sido fabricados. Imagina que una manzana que te comes tiene voz y te cuenta de dónde viene. Siempre en movimiento para llegar hasta ti.

 

(Artículo publicado en El Norte de Castilla el 17 de mayo de 2020 en las páginas de Economia en la sección 'Innovación y Desarrollo Económico en Valladolid', elaborado por la Agencia de Innovación y Desarrollo Económico del Ayuntamiento de Valladolid)