Blanca Araujo es ingeniera industrial y ahora tiene su propia consultoría en gestión ágil y captación de fondos europeos. En su trayectoria profesional pasó de las labores técnicas a la gestión de equipos y proyectos: «Ayudar a que los demás puedan desarrollar su trabajo de forma más ágil y eficiente», como ella lo define. Tras 15 años en un centro de investigación, en 2019 decidió que era el momento de enfocar su desarrollo profesional por ese camino y optó por la vía del emprendimiento.
Un año más tarde, asesorándose en su apuesta por emprender, se le abrió la posibilidad de formarse en un taller del programa CREA, organizado por la Agencia de Innovación y Desarrollo Económico del Ayuntamiento de Valladolid, que aborda las claves de un plan de negocio. Y con el taller práctico tuvo la posibilidad de «levantar la cabeza» y pensar hacia dónde orientar su proyecto. «En casa del herrero, cuchillo de palo», reflexiona. «Yo ayudo a otros a buscar modelos de negocio, pero nunca encontraba el momento de pensar en el mío».
«El programa CREA me aportó el espacio de pensar que necesitaba», indica esta emprendedora vallisoletana, que pone en valor la labor de los tutores, quienes desde su experiencia le ayudaron a diseñar sus líneas de trabajo, cómo las quería plantear y vender.
El rodaje previo a la formación le había permitido conocer sus fortalezas y sus debilidades también, y uno de los puntos en los que el CREA reafirmó fue la conveniencia de establecer alianzas y diseñar acciones para llegar a su mercado, «cómo vender y a través de quien».
Blanca Araujo asegura que la formación también le aportó seguridad a la hora de asumir procesos que hasta entonces tenía completamente delegados, como el tema administrativo y financiero. «Aunque tenga un asesor no puedes dejar todo el control de tus números solo en manos de otras», asegura.
La llegada de la pandemia coincidió prácticamente con la formación CREA y con casi un año de andadura de su proyecto, y con unas redes de colaboración establecidas. «Tuve que redefinir algunos de mis procesos y establecer nuevas dinámicas propias y salieron otras oportunidades». «La COVID-19 permitió a muchas empresas ver que no fluía bien su trabajo. Cuando un equipo trabaja separado, todo lo que funciona mal se hace más patente y te ves la necesidad de reorganizarlo», relata Araujo, al tiempo que pone en valor el papel de consultorías como la suya con el objetivo de mejorar esos procesos.